
Una de las mayores ignominias que se han sufrido en el mundo del fútbol profesional ocurrió un 30 de noviembre de 1977, en un partido clasificatorio para la Copa del Mundo de Argentina 78, entre las selecciones de Yugoslavia y España.
En ese encuentro Yugoslavia se la jugaba, pues necesitaba ganar imperiosamente por más de un gol de diferencia. A España le servía una derrota por la mínima, aunque al final terminó ganando por 0-1. Este partido pasó a la historia del mundo con el sobrenombre de «La Batalla de Belgrado».
Desde el primer momento ya se vio que todo fue una encerrona de los yugoslavos y pese a todas las artimañas anti y extradeportivas que se vivieron, tanto durante el encuentro como en los días previos a la disputa del partido, les salió mal.
Era tan atípica la situación y eran tan conocidos los métodos antideportivos que se usaban en los llamados países del este (no hay que olvidar que el seleccionador español, Ladislao Kubala era húngaro y los conocía perfectamente), que se decidió llevar toda la comida y la bebida para en entorno de la selección desde España. Y a los jugadores se les prohibió comer y beber cualquier cosa fuera de lo controlado de manera oficial por la selección española. La «deportividad yugoslava» también pasaba por atemorizar y no dejar descansar en el hotel al seleccionado español, o, en una muestra de impotencia, agredir a los periodistas españoles al finalizar el encuentro. Pero, las cosas no les salieron a los yugoslavos como las habían previsto y mira que lo intentaron.
El Presidente de la República Federal Socialista de Yugoslavia, el Mariscal Tito, decretó el día del partido como fiesta nacional. Se inventó ese día de fiesta, la única vez en la historia que el 30 de noviembre fue declarado festivo en Yugoslavia, para que todo el mundo que quisiera pudiera acudir al estadio. Este se llenó de escolares, militares y aficionados que, desde horas antes, estuvieron caldeando y haciendo irrespirable el ambiente.
España formó con Miguel Ángel como arquero, Marcelino, Migueli, Pirri Camacho, Leal, San José, Asensi, Cardeñosa, Juanito y Rubén Cano. En el minuto 13 del primer tiempo Pirri fue cazado por Kustodic y tuvo que ser sustituido por Olmo. Y, durante la segunda parte, en el minuto 76 Juanito dejó su puesto a Dani.
¿Y qué se puede decir del partido en sí? Pues que fue un compendio en entradas duras y dañinas, un master en escupitajos y un posgrado en tirones de pelo por parte de los yugoslavos. Y como para muestra bien vale un botón, habían transcurrido apenas unos segundos de partido cuando ya el delantero centro Kustodic le hizo un barrido a Juanito en una clara declaración de intenciones. Pirri se tuvo que retirar lesionado en el minuto 13 por otra dura entrada. Muzinic cazó a Juanito, Kustudic cazó a Pirri y, de propina, además agredió a Migueli. Susic también golpeó a Ruben Cano, y así un largo etcétera. Hartos de la situación y de que el árbitro no cortara este cúmulo de juego sucio, los jugadores españoles comenzaron a jugar a lo «yugoslavo» y a hacer alguna entrada más fuerte de lo normal.

Y con esta guisa llegamos al minuto 71 de partido. Asensi recupera un balón, se la cede a Juanito que avanza y, cuando pasa la divisoria, mete un pase en profundidad a la línea de fondo que alcanza casi en la misma línea Cardeñosa, centra y a la carrera en el segundo palo llega Rubén Cano e introduce el balón en la portería.
Para culminar los despropósitos, antes de finalizar el partido, Juanito es sustituido y al abandonar el terreno de juego hace un signo de derrota a los espectadores y es golpeado en la cabeza por una botella lanzada desde la grada. Nueva agresión y nuevo lío. Afortunadamente, quedaban 14 minutos de partido para alcanzar con la victoria el ansiado pase al Mundial de Argentina 78.
Capítulo aparte merece un comentario sobre el árbitro del encuentro, Ken Burns, quien bastante tuvo con contemporizar a los fieros jugadores plavis. Porque, sinceramente, otra cosa no hizo.

Preguntado cualquier jugador de la selección española que participó en este encuentro, la respuesta es unánime: nunca vimos nada igual en nuestra vida futbolística.
España se jugaba mucho. Había estado ausente de las fases finales de los mundiales desde Inglaterra 66. Tanto en México 70, como en Alemania 74, la selección española había sido eliminada en las fases de clasificación y nada menos que por Yugoslavia, quien tomo de su propia medicina al quedarse fuera de Argentina 78.
Un último apunte para dos de los jugadores más duros de Yugoslavia. Miodrac Kustodic que perteneció al HNR Rijeka vino a jugar a España, en concreto al Hércules CF y al Mallorca. Y Drazen Muzinic jugó con el Hajduk Split y fue traspasado al Norwich City inglés, donde fracasó estrepitosamente.
ALBERTO VEGUE
