EL FATTY FOULKE

Si alguien te comenta que hubo alguna vez, hace muchos años, un arquero de fútbol que medía más de 2 metros y que incluso podía llegar a los 2’15 metros, esta afirmación te puede generar ligeras dudas en cuanto a su autenticidad, pues esta circunstancia no es para nada común. Si, además, añaden el dato de que el arquero en cuestión pesaba 150 kilos, entonces sí que no te crees nada y miras a tu interlocutor recelosamente. Pero, si a ello se añade que el tipo fue internacional absoluto por su país y que defendió su portería en algunos partidos internacionales, cuando apenas se disputaban encuentros y torneos internacionales, seguramente, te levantas y te vas porque piensas que te están tomando el pelo.

Bueno, pues si alguna vez te han contado o comentado lo que acabo de exponer, no te están engañando, ni se están riendo de ti, es totalmente cierta la noticia. El arquero, que medía más de 2 metros, pesaba 150 kilos y fue internacional, se llamaba William Foulke, nacido en el condado de Shropshire, en el oeste de Inglaterra, un 12 de abril de 1974.

Sus inicios fueron en el cricket, como buen inglés no podía ser de otra manera, y luego se inició en el fútbol. Su carrera futbolística transcurrió desde finales del siglo XIX hasta principios del XX. Jugó en distintos equipos importantes y significativos del fútbol inglés. Debutó en el Sheffield United en la temporada 1894/1895 y estuvo defendiendo sus colores hasta la 1904/1905, en la que fichó y jugó para el Chelsea CF, que entonces militaba en 2ª división, en 1905/1906. En esa misma temporada, se hizo con sus servicios el Bradford City, también de la 2ª división, retirándose en este club al final de la 1906/1907. 


A lo largo de su dilatada carrera deportiva consiguió ser campeón de la FA Cup en dos ocasiones. La primera en 1899 y la segunda en 1902. También consiguió un subcampeonato en 1901. Asimismo, fue campeón de la entonces llamada Football League First Division (1ª división) en la temporada 1897/1898, logrando, también en esta competición, otros 2 subcampeonatos en 1896/1897 y 1899/1900. En todas ellas siendo jugador del Sheffield United.

Fue internacional por Inglaterra en una sola ocasión, ocurrió en el año 1897, y sucedió en un partido en el que se enfrentaron Inglaterra y Gales. Para los amantes de los resultados, en este partido, Inglaterra goleó a Gales por 4-0.

Sin lugar a dudas, William Foulke ha sido el futbolista, a cierto nivel y de que se tengan noticias, más gordo que haya existido. Los aficionados de su equipo, en tono guasón, le cantaban en los partidos «quién se ha comido los pasteles». Esta breve cancioncilla, al día de hoy, la entonan las aficiones en todos los campos (y no en tono de broma) a todos aquellos futbolistas que están sobrepasados de peso.

Se le recuerdan varias anécdotas ocurridas durante su carrera de jugador. Una de ellas, hace mención de cuando en un partido, en un momento del mismo, no se le ocurrió otra cosa que sentarse sobre el travesaño de la portería. Debido a su enorme peso, el travesaño se rompió y hubo que suspender temporalmente el partido hasta que logró ser restaurado. Otra que protagonizó, nos narra el carácter fuerte que tenía. En un partido contra el Southampton, agarró un enorme cabreo por un gol que le metieron y que Foulke consideraba que había sido ilegal. Al finalizar el partido, en lugar de calmarse, se enervó de tal manera que salió del vestuario en pelota picada, persiguiendo al árbitro a través de todo el campo.

Pero, no todos los comentarios que hacemos de William Foulke tienen un tinte negativo. En su favor, debemos decir que, pese a su obesidad, fue un portero con una agilidad felina, con un enorme mando sobre la defensa y unos grandes reflejos. Además, poco se conoce de su faceta parapenaltis. En la temporada que jugó con el Chelsea CF, paró nada más ni nada menos, que diez penaltis. Un verdadero parapenaltis.

Bebedor empedernido, murió a la temprana edad de 42 años, un 1 de mayo de 1916, producto de una cirrosis.

ALBERTO VEGUE

EL FATTY FOULKE

LA DECADENCIA DE UN GRAN CLUB

Siempre hemos oído, en deporte, esa lapidaria frase de «lo difícil no es llegar, sino mantenerse» y, efectivamente, en un sinfín de casos (no solo en el fútbol) este enunciado está lleno de realidad. Hay equipos de fútbol que en un determinado momento y por diversas circunstancias, moldean un conjunto aguerrido, disciplinado, con buenos jugadores, guiados por dirigentes sensatos, etc., y con un cúmulo de elementos favorables y de decisiones bien tomadas, se encumbran hacia el éxito o hacia la élite deportiva. Una vez alcanzado este estatus, lo más usual es que después de uno o varios años coqueteando con el «éxito», estas circunstancias, esas personas o el ambiente que se creó, cambien y se empiecen a perder esos valores que le llevaron a la élite, e, irremediablemente, comience un paulatino descenso, un declive y hasta, en el mejor de los casos, una vuelta hacia aquellos orígenes desde los que afloró antes de ascender a esos lugares privilegiados.

Pero ¿por qué se produce esta situación que se repite con cierta asiduidad? Evidentemente por varios motivos, nunca por uno solo. Entre los que son más destacables (y no inventamos nada nuevo) están la mala gestión de sus dirigentes y equipos directivos, y, a veces, también de sus equipos técnicos, pero principalmente por el primero de ellos. Cuando un club de fútbol se ve envuelto en esta tesitura, factores como el endeudamiento excesivo, la mala planificación en la política de fichajes, el bajo rendimiento de algunos jugadores, el uso de la institución para fines lucrativos propios, etc. suelen desempeñar un papel importante en la caída de la institución y en el abandono del estatus alcanzado. 

Uno de los casos más representativos que ha existido en el fútbol español de este tipo de acontecimientos, ha sido el del Real Club Deportivo de La Coruña, de la ciudad de La Coruña, en la comunidad gallega. Fundado en el año 1906 y conocido como «El Depor»; aunque también le llaman «Los Turcos», si bien este apodo tiene tintes despectivos; el Deportivo de La Coruña fue, en la época de mediados de los años 90 hasta los primeros años de la década del 2000, uno de los clubes más importantes del país. Con su clásica casaca a rayas verticales azules y blancas, pantalón y medias azules, El Depor, iba sembrando fútbol por las distintas canchas españolas.

Fue un periodo de grandes triunfos y un saber estar en la élite del fútbol. Durante ese periodo obtuvo el campeonato de liga en la temporada 1999/2000, siendo subcampeón, en esta misma competición, hasta en 5 ocasiones (una fue conseguida en la 1949/1950). Con respecto a la Copa del Rey la ganó 2 veces (1994/1995 y 2001/2002). Y, en lo referente a la Supercopa  de España, también fue campeón en otras 3 ocasiones (1995, 2000 y 2002).

A nivel internacional, el club ha participado en distintos torneos europeos, tales como la UEFA Champions League, UEFA Europa League, UEFA Cup Winner’s Cup, UEFA Intertoto Cup, etc.

Su máximo rival es el Real Club Celta de Vigo, de su misma Comunidad Autónoma.

De sus filas salieron jugadores muy importantes para el fútbol español, como Luis Suárez (primer jugador español en conseguir el balón de oro) y Amancio Amaro. También ha tenido destacados jugadores que, en distintas épocas, defendieron su camiseta. Por detallar solo algunos, haremos mención de los brasileños Bebeto, Mauro Silva y Djalminha y al español Francisco Javier González Pérez «Fran».

Al Depor le ocurrió un hecho desgraciado, tanto como que es una de las mayores desgracias que te pueden suceder en el mundo del fútbol. Ocurrió en la última fecha de la temporada 1993/1994. En la clasificación mandaba el Depor con un punto de ventaja sobre el FC Barcelona, pero con el gol average en contra en caso de empate a puntos. El Barça ganó en su casa al Sevilla FC y el Depor iba empatando su partido, por lo que no sería campeón de liga. Pero, en el minuto 89 del segundo tiempo, el árbitro pita penalti a favor del Depor. Bebeto, la estrella brasileña es el encargado de lanzarlo, pero se raja y tiene que ser el defensor Djukic, el que se ofrezca a tirarlo. Si marca el Depor es campeón de liga por primera vez en su historia. Lamentablemente para el Depor, el pateo de Djukic desde el punto de penalti, es detenido por el portero del Valencia. El partido finaliza un minuto después y el Barça es el campeón de liga. Nadie se lo podía creer, pero la vida tiene esos momentos.

Algunos años después de este suceso, el Deportivo de La Coruña abandonó la 1ª división española (temporada 2017/2018) y comenzó su lento peregrinar por categorías inferiores, situación que llega hasta el día de hoy. Este caer en el pozo que ha tenido el Deportivo de La Coruña ha sido un hecho que ha sucedido a diferentes equipos, tanto de España como de otras importantes ligas. Se alcanza la gloria y, por las circunstancias que hemos comentado al principio, se desciende a los infiernos. En España tenemos otros casos parecidos, siendo de los más significativos los del Real Zaragoza y el Hércules de Alicante, entre otros muchos.
En la Bundesliga alemana nos encontramos casos similares con el Hamburgo SV o con el FC Schalke 04. En la Ligue 1 francesa hay otros como el Girondins de Burdeos o el FC Socheaux-Montbéliard. En la Premier League inglesa con el Leeds United FC o el mismo Bolton Wanderers FC. En el Scudetto italiano con la Sampdoria o el AC Chievo Verona. En la Argentina con Ferrocarril Oeste o con All Boys, etc. Y así podríamos seguir enumerando, casi indefinidamente, otro tipo de ligas menos importantes en las que equipos que estaban en la élite, cayeron, algunos en picado, y hoy en día navegan en aguas más revueltas y lejanas de la flor y nata del fútbol.

ALBERTO VEGUE

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LA DECADENCIA DE UN GRAN CLUB

LA GRAN FARSA DE LOS ORIUNDOS EN EL FÚTBOL ESPAÑOL

Según la Real Academia de la Lengua, «oriundo» se define como que trae su origen de algún lugar, originario, natural, procedente. Aclarado con exactitud el significado, vamos a relatar una situación un tanto atípica que se produjo en el fútbol español hace 50-60 años.

Los hechos se sitúan en las décadas de los años 60 y 70 del siglo XX, concretamente entre los años 1965 y 1973. España no obtenía resultados en materia de fútbol ni a nivel de clubes (salvo la obtención de la llamada Copa de Europa por el Real Madrid en 1966), ni a nivel de selecciones (España, última de su grupo y eliminada en 1ª fase, en el mundial de Inglaterra de 1966) y ante la prohibición que imperaba de que jugadores extranjeros jugaran en España (se pensaba que iba en detrimento de los nacionales), se recurrió a la apertura del mercado a todos aquellos jugadores que se pudieran considerar «oriundos» y que provinieran de otros países.

Para ser considerado oriundo y, por tanto, poder jugar en un equipo español, se necesitaban, únicamente, dos requisitos indispensables. Por un lado, poseer antecedentes familiares de ascendencia directa de parentesco (padres, abuelos, etc.) con personas nacidas en España. Y, por otro, no haber sido internacional con la selección de su país de nacimiento, ni con ninguna otra selección. Y, dicho esto, se abrió la veda.

Empezaron a aparecer oriundos como churros y todo futbolista que venía a jugar a España desde algún país sudamericano, en una mayoría aplastante de Argentina, Paraguay y Uruguay, traían la vitola y la certificación de oriundos. Tal fue la magnitud de la llegada de oriundos a nuestro fútbol, contratados por los distintos equipos españoles, que el tema empezó a levantar sospechas y a oler mal, de tal manera que lo que en un principio se pensaba como una solución para la escasez de futbolistas de calidad en nuestro fútbol, se convirtió en una trama corrupta de mercadeo de jugadores. En definitiva, en un solemne fraude. De 60 casos de posibles oriundos que se investigaron en aquella época, se comprobó de manera fehaciente que 46 de ellos eran falsos, lo que da un 75% de los examinados. Aunque, en honor a la verdad, vinieron centenares de oriundos y ese altísimo porcentaje quedó bastante maquillado.

En el año 1973 se puso fin a este fraude que prácticamente todo el mundo conocía y se permitió la entrada de jugadores extranjeros para jugar en las escuadras españolas, con un máximo de 2 por equipo. Con ello se dio por enterrado definitivamente el tema de la contratación de oriundos. No obstante, la ley castigó a todos aquellos a los que se pudo demostrar que habían participado activamente en este fraude, ya fueran jugadores, directivos, intermediarios, mediadores, etc., pero años después, concretamente en el año 1977, la aplicación de una ley general de amnistía hizo que nadie cumpliera las penas que les fueron impuestas.

¿Quién descubrió la trama? Aunque todo es bastante más complejo que lo que vamos a detallar, todo explotó por un cabreo legendario del FC Barcelona que, cierto tiempo antes, veía como le era inscrito un jugador como oriundo, pero a otro en similares circunstancias se lo negaban y pensaba que sufría un agravio comparativo con la operativa que se mantenía hacia otros clubes. Ante esta circunstancia y las sospechas que ya venían siendo vox populi en la liga española, se encargó a un bufete de abogados la investigación de los falsos oriundos que imperaban en el fútbol español. A esta iniciativa se suma posteriormente otra investigación de los clubes Athletic de Bilbao y Real Sociedad y todo ello hace de detonante para la apertura del mercado español a futbolistas extranjeros.

Parece ser que el centro de la conspiración estuvo en Paraguay. Las autoridades paraguayas otorgaban partidas o certificados de nacimiento a quienes se lo demandaban, llenando el fútbol español de jugadores argentinos, paraguayos o uruguayos que no tenían ningún antecedente familiar con España y, por tanto, no podían ser considerados como oriundos. Aunque hubo bastantes casos, solo vamos a detallar algunos que fueron sangrantes. Sangrantes como el de los jugadores Martínez Diarte (jugo en Real Zaragoza y Valencia), Martínez Cabrera (Elche CF) y Óscar Martínez (Barcelona y Valladolid) quienes en su documentación aparecía como padre un tal Antonio Martínez, español residente en Paraguay, y quien, por cierto, era ajeno y desconocedor de estos hechos. Asimismo, existían declaraciones de jugadores llegados que demostraban un total desconocimiento de las circunstancias españolas. Miguel Ángel Adorno, jugador del Valencia, el día de su presentación alegó que sus abuelos eran originarios del Celta de Vigo, o la declaración deAguirre Suarez, jugador del Granada CF, quien dijo que sus abuelos no eran navarros sino de Pamplona.

Igualmente grave fue que algunos llegaron hasta a representar a España y jugar con la selección española algunos partidos. Nos estamos refiriendo al jugador del Real Madrid y RCD Espanyol, Roberto Martínez, o al también argentino Óscar Rubén Valdez, jugador del Valencia CF.

En fin, una serie de corruptelas a las que no está ajena el fútbol en ninguna circunstancia ni en ningún país.

ALBERTO VEGUE

LA GRAN FARSA DE LOS ORIUNDOS EN EL FÚTBOL ESPAÑOL

EL BOQUERÓN VIBERTI

Si hay alguien que refleja el sentimiento de pertenencia y reconocimiento de toda una ciudad, futbolísticamente hablando, a una labor ejercida y a una defensa exitosa de sus colores, esa es la figura de Sebastián Humberto Viberti Irazoki.

Este futbolista argentino aterrizó en la ciudad española de Málaga, allá por el año 1969. En un periplo de 5 años consiguió ser un ídolo y aun 56 años después de esa venida es recordado por jóvenes y veteranos como la indiscutible estampa del mejor Málaga de todos los tiempos, años en los que alcanzó unas cotas que el día de hoy se consideran muy lejanas de conseguir.

Pero, para los que no son malagueños, ni veteranos en el mundo futbolístico, ¿quién fueViberti? El Pelado Viberti, pues así era conocido en su Argentina natal, fue un centrocampista de excelente nivel, con una extraordinaria técnica, manejo de las dos piernas y con un físico que imponía respeto allá por donde quiera que fuera (medía 1,86 cm, pesaba 86 kg y gastaba un 47 de pie). Nació en la pequeña localidad de El Crispín, en la provincia de Córdoba, un 5 de mayo de 1944. Empezó a jugar al fútbol en equipos menores de su provincia hasta que en el año 1963 fichó por el club porteño de Huracán. Allí estuvo 6 años en los que disputó un total de 116 partidos, marcando 12 goles.

En el año 1969 el CD Málaga procedió a su fichaje (se lo arrebató a última hora al Granada CF) y jugó con el equipo de la capital malagueña durante 5 años, desde 1969 hasta 1974, consiguiendo un total de 21 goles en sus 134 encuentros disputados. Y lo que tenía que pasar pasó, Viberti con su espléndido juego se convirtió en todo un ídolo de la afición malagueña. Arribó a Málaga cuando el equipo se desenvolvía con dificultades en la 2ª división española. Su excelente juego y sus goles a lo largo del año de su debut, hicieron que el CD Málaga alcanzara el ansiado ascenso a la máxima categoría. Categoría en la que el club se mantuvo durante toda la estancia de Viberti, logrando unas posiciones en la tabla de clasificación del campeonato de liga que el CD Málaga nunca había alcanzado a lo largo de toda su historia hasta esos momentos (su mejor clasificación la consiguió en la temporada 2011/2012, con un cuarto puesto).  Se convirtió en ese primer año en un jugador intransferible para el club. De hecho, hubo intentos de ficharle por parte de los principales equipos españoles, pero permaneció en las filas del CD Málaga. Sin duda alguna, el mejor jugador que ha pasado por las filas del club y así es públicamente reconocido por parte de la afición malaguista. Y eso que el presidente del equipo boquerón, en aquella época (Antonio Rodríguez López), le hizo jugar un partido de prueba, antes de su fichaje, precisamente frente al Granada CF y del que, como ya todos sabemos, salió con una excepcional calificación.

Sin embargo, el mundo del fútbol tiene componentes imprevisibles que hacen tambalearse situaciones idílicas. En la temporada 1972/1973 el club ficha al entrenador francés Marcel Domingo, hombre de fuerte carácter, que choca frontalmente con Sebastián Viberti. Esos roces a lo largo de dos temporadas hacen que Viberti tome la decisión de abandonar el club y se traslada a jugar a la ciudad de Tarragona. Su rendimiento en el Gymnastic de Tarragona no fue el esperado, por lo que Viberti decide hacer las maletas y volver a su Argentina natal, finalizando sus días futbolísticos en el CA Belgrano de Córdoba (1976).

No obstante, su amor por el CD Málaga hizo que volviera al club, esta vez como entrenador, en la temporada 1977/1978, ante la mala situación en la que se encontraba el equipo de la Costa del Sol, consiguiendo devolverlo para disputar la máxima categoría en la temporada 1979/1980. 

De la importancia de Viberti para el CD Málaga y para la ciudad de Málaga no hay ninguna duda. Cabe señalar que existe en la ciudad una glorieta que lleva su nombre, la glorieta del futbolista Sebastián Viberti, en el distrito de Palma-Palmilla y que la puerta número 5 (el número del dorsal que él portaba) de acceso al estadio de la Rosaleda (estadio del Málaga CF) se llama «Puerta Viberti» en homenaje a su jugador más icónico.

De igual manera, de la importancia del CF Málaga para Viberti da fe la anécdota que ocurrió el día mismo de su muerte, el 24 de noviembre del año 2012. Estando hospitalizado por el tercer infarto que sufrió a lo largo de su vida y en unos de sus momentos de lucidez preguntó, a los que allí estaban presentes, que «a qué hora juega el Málaga». Fue un malaguista, un boquerón hasta sus últimos momentos. Ese mismo día, una vez se conoció su fallecimiento, el Málaga le guardó en su partido contra el Valencia, un respetuoso minuto de silencio a los acordes del tango «Adiós muchachos». Instantes más tarde, en el minuto 5 de partido, el público, puesto en pie, dedicó una sonora ovación a la figura de «El Pelado». Como no podía ser de otra manera, esa tarde el Málaga CF goleó al Valencia con un rotundo 4-0.

Para siempre, Sebastián Humberto Vibeti Irazoki es un boquerón más.

ALBERTO VEGUE

EL BOQUERÓN VIBERTI