
Según la Real Academia de la Lengua, «oriundo» se define como que trae su origen de algún lugar, originario, natural, procedente. Aclarado con exactitud el significado, vamos a relatar una situación un tanto atípica que se produjo en el fútbol español hace 50-60 años.
Los hechos se sitúan en las décadas de los años 60 y 70 del siglo XX, concretamente entre los años 1965 y 1973. España no obtenía resultados en materia de fútbol ni a nivel de clubes (salvo la obtención de la llamada Copa de Europa por el Real Madrid en 1966), ni a nivel de selecciones (España, última de su grupo y eliminada en 1ª fase, en el mundial de Inglaterra de 1966) y ante la prohibición que imperaba de que jugadores extranjeros jugaran en España (se pensaba que iba en detrimento de los nacionales), se recurrió a la apertura del mercado a todos aquellos jugadores que se pudieran considerar «oriundos» y que provinieran de otros países.
Para ser considerado oriundo y, por tanto, poder jugar en un equipo español, se necesitaban, únicamente, dos requisitos indispensables. Por un lado, poseer antecedentes familiares de ascendencia directa de parentesco (padres, abuelos, etc.) con personas nacidas en España. Y, por otro, no haber sido internacional con la selección de su país de nacimiento, ni con ninguna otra selección. Y, dicho esto, se abrió la veda.
Empezaron a aparecer oriundos como churros y todo futbolista que venía a jugar a España desde algún país sudamericano, en una mayoría aplastante de Argentina, Paraguay y Uruguay, traían la vitola y la certificación de oriundos. Tal fue la magnitud de la llegada de oriundos a nuestro fútbol, contratados por los distintos equipos españoles, que el tema empezó a levantar sospechas y a oler mal, de tal manera que lo que en un principio se pensaba como una solución para la escasez de futbolistas de calidad en nuestro fútbol, se convirtió en una trama corrupta de mercadeo de jugadores. En definitiva, en un solemne fraude. De 60 casos de posibles oriundos que se investigaron en aquella época, se comprobó de manera fehaciente que 46 de ellos eran falsos, lo que da un 75% de los examinados. Aunque, en honor a la verdad, vinieron centenares de oriundos y ese altísimo porcentaje quedó bastante maquillado.
En el año 1973 se puso fin a este fraude que prácticamente todo el mundo conocía y se permitió la entrada de jugadores extranjeros para jugar en las escuadras españolas, con un máximo de 2 por equipo. Con ello se dio por enterrado definitivamente el tema de la contratación de oriundos. No obstante, la ley castigó a todos aquellos a los que se pudo demostrar que habían participado activamente en este fraude, ya fueran jugadores, directivos, intermediarios, mediadores, etc., pero años después, concretamente en el año 1977, la aplicación de una ley general de amnistía hizo que nadie cumpliera las penas que les fueron impuestas.
¿Quién descubrió la trama? Aunque todo es bastante más complejo que lo que vamos a detallar, todo explotó por un cabreo legendario del FC Barcelona que, cierto tiempo antes, veía como le era inscrito un jugador como oriundo, pero a otro en similares circunstancias se lo negaban y pensaba que sufría un agravio comparativo con la operativa que se mantenía hacia otros clubes. Ante esta circunstancia y las sospechas que ya venían siendo vox populi en la liga española, se encargó a un bufete de abogados la investigación de los falsos oriundos que imperaban en el fútbol español. A esta iniciativa se suma posteriormente otra investigación de los clubes Athletic de Bilbao y Real Sociedad y todo ello hace de detonante para la apertura del mercado español a futbolistas extranjeros.
Parece ser que el centro de la conspiración estuvo en Paraguay. Las autoridades paraguayas otorgaban partidas o certificados de nacimiento a quienes se lo demandaban, llenando el fútbol español de jugadores argentinos, paraguayos o uruguayos que no tenían ningún antecedente familiar con España y, por tanto, no podían ser considerados como oriundos. Aunque hubo bastantes casos, solo vamos a detallar algunos que fueron sangrantes. Sangrantes como el de los jugadores Martínez Diarte (jugo en Real Zaragoza y Valencia), Martínez Cabrera (Elche CF) y Óscar Martínez (Barcelona y Valladolid) quienes en su documentación aparecía como padre un tal Antonio Martínez, español residente en Paraguay, y quien, por cierto, era ajeno y desconocedor de estos hechos. Asimismo, existían declaraciones de jugadores llegados que demostraban un total desconocimiento de las circunstancias españolas. Miguel Ángel Adorno, jugador del Valencia, el día de su presentación alegó que sus abuelos eran originarios del Celta de Vigo, o la declaración deAguirre Suarez, jugador del Granada CF, quien dijo que sus abuelos no eran navarros sino de Pamplona.
Igualmente grave fue que algunos llegaron hasta a representar a España y jugar con la selección española algunos partidos. Nos estamos refiriendo al jugador del Real Madrid y RCD Espanyol, Roberto Martínez, o al también argentino Óscar Rubén Valdez, jugador del Valencia CF.
En fin, una serie de corruptelas a las que no está ajena el fútbol en ninguna circunstancia ni en ningún país.
ALBERTO VEGUE
