
Hace unas semanas, con unos amigos, estuvimos comentando aspectos relacionados y relativos al fútbol (como no podía ser de otra manera). Pero no hablamos de aspectos tácticos o técnicos, sino de algo que siempre nos llama la atención, como son los jugadores insanos en este deporte del balompié. Cuando hablo de insanos, me estoy refiriendo a aquellos que con sus actitudes resultan muy perjudiciales tanto para el espectáculo, como para el ejemplo hacia los más jóvenes, como para el disfrute de todos aquellos a los que les gusta el fútbol. Entre todos sacamos a un determinado número de ellos, pero nos dejamos a otros en el tintero, porque de este tipo de jugadores se podrían escribir ríos de tinta.
Investigando, días después, sobre el asunto, salió a la luz un jugador que yo no tenía controlado y que podría ser considerado de los peores, o, cuanto menos, estar en el once inicial de esta categoría de individuos insanos, futbolísticamente hablando. Como no podía ser de otra manera, el tipo era inglés y allí donde jugó dio que hablar, pero para nada bien, dejando un regusto amargo de su paso. Fue un virtuoso de la inmoralidad tanto dentro como fuera de la cancha. Y todavía le recuerdan, pese a que hace 35 años que murió. Me estoy refiriendo a Robin Friday, un energúmeno, allá donde los haya.
Robin Friday nació el 27 de julio de 1952 en la localidad de Acton, en el oeste de Londres. Buen jugador, muy hábil, fuerte y con olfato de gol. El típico delantero centro inglés de aquellos años. Su carrera despuntó principalmente en 2 clubes profesionales, el Reading FC y en el galés Cardiff City FC. Con el primero de los clubes lo hizo en las temporadas 1974/1975 y 1975/1976, jugando en la Fourth Division (la 4ª categoría del fútbol inglés) y dejó tanta huella en sus grandes actuaciones que fue elegido en ambos años mejor jugador del Reading FC. Esas actuaciones le valieron fichar por el Cardiff City para las siguientes 2 temporadas (1976/1977 y 1977/1978), pero ya en la Second Division (2ª división) que es donde militaba el Cardiff en esa época. Le apodaban el «George Best de las categorías inferiores» y desde luego muy merecidamente, pues fue una persona díscola durante toda su vida.

Fue problemático desde sus inicios. Un pendenciero total, en el amplio sentido de la palabra, y no solo en los encuentros que disputaba, sino también en los entrenamientos de los distintos equipos en los que jugó. Tanto es así, que lesionaba a sus propios compañeros por las fuertes entradas que les hacía en los entrenos. Al igual que repartía a todo aquello que se pusiese por medio, recibía en la misma medida. Eso sí, jamás se quejó, aunque luego se tomara la justicia por su mano, y eso que jugaba sin espinilleras. Fue expulsado en numerosas ocasiones e hizo una buena colección de amonestaciones.
Consumió drogas y alcohol desde muy joven. Además, robaba con cierta frecuencia, lo que le valió problemas con la justicia.
Bebía tremendamente y era bastante conocido en los bares y pubs de la zona de Reading y de los alrededores del estadio. Armaba tales alborotos que, en bastantes de ellos, se le prohibió la entrada. Le gustaba bailar bebido sobre las mesas y la barra de los distintos bares y pubs, e inventó un baile al que llamó «el elefante», que consistía en subirse a la barra, dar la vuelta y sacarse los bolsillos de los pantalones, bajarse la bragueta y sacarse su miembro. Luego empezaba a bailar.
También es recordado por presentarse totalmente bebido a un partido, corría el año 1972 y jugaba en el Hayes FC. Se presentó a jugar los últimos 10′ del partido y en ese lapso de tiempo el bueno de Friday hizo el gol de la victoria.
Robin Friday estuvo, durante un tiempo, en el punto de mira de equipos importantes de la First Division (1ª división en aquel entonces) inglesa, tales como Queens Park Rangers, Sheffield United, West Ham United y Arsenal, pero, aun reconociendo lo extraordinario jugador que era, al final, todos declinaron su fichaje, ante la bien merecida y comprobada fama con que contaba.
Cuentan que durante la celebración del banquete de sus segundas nupcias, se produjo una pelea entre los invitados al ágape. Hubo un enfrentamiento entre sus familiares y sus amistades y, en el fragor de esa batalla, los distintos elementos que por allí pululaban aprovecharon para robarle la gran mayoría de los regalos de boda que le habían hecho. Regalos que consistían principalmente en cannabis.
Toda esta bien merecida fama, y ante los problemas casi diarios que acarreaba el camarada Friday, hizo que, hartos de él, el Reading FC lo traspasara al Cardiff City FC. Y así se realizó para el inicio de la temporada 1976/1977. Genio y figura hasta la sepultura, dice el refrán. Cuando Robin Friday llegó a la ciudad de Cardiff, fue detenido en el mismo tren por la Policía de Transporte, ya que no quiso sacar y pagar el billete y viajó sin él.

Fue muy nombrado aquello que, jugando con el Cardiff City y en una visita a Brighton, se las tuvo tiesas con el defensa del equipo de Las Gaviotas, Mark Lawrenson, uno de los clásicos defensas violentos que imperaban en aquellos tiempos. El tal Lawrenson hizo una entrada fortísima a ras del suelo y buscando las piernas de Robin Friday. Este, que era un tipo hábil y con experiencia en este tipo de jugadas, le esquivó y le respondió con una sólida patada en plena cara, que debió hacer las delicias de Lawrenson. Como no podía ser de otra manera, el árbitro expulsó a Robin, que tuvo que abandonar el campo. Pero no fue a su vestuario, sino al del Brihgton, cogió las cosas del mencionado Lawrenson y defecó en ellas, dejándole el regalito para que se encontrara con él al término del partido.
El 22 de diciembre de 1990, Friday fue hallado muerto en su domicilio. Oficialmente, se dijo que por un ataque cardiaco, aunque existen sospechas bastante bien fundadas de que fue por una sobredosis de heroína.
El canal 4 de la televisión pública británica, en su publicación «Footballing Bad Boys» (Los 10 chicos más malos del fútbol), incluyó a Robin Friday en el puesto n.º 1.
Un angelito.
ALBERTO VEGUE
