
Terminó el año 2019. El año que Zinedine Zidane regresó al banquillo del Real Madrid. Volvió con la tranquilidad de saber que estaba regresando a su casa. La temporada marchaba fatal con Julen Lopetegui primero, con Santiago Solari después, entonces decidió volver con su sonrisa para aplacar la tormenta.
Zidane es un hombre calmo, no le gusta entrar en polémicas. En momentos de tensión lo resuelve con una sonrisa. No está en las primeras planas de los entrenadores más mediáticos pero ha devuelto al Madrid a competir seriamente. Jorge Valdano lo bautizó “the normal one”. El primer tiempo ante el Barcelona en el Camp Nou puede dar cuenta de ello.
Con una presión alta asfixiante maniató a un Barça que solo atinó a resistir los golpes como un boxeador en un rincón del cuadrilátero. La falta de puntería hizo que el conjunto merengue no se lleve un triunfo del campo blaugrana.
Sin estridencias, con perfil bajo Zizou recuperó a Marcelo, a Kroos (el alemán está haciendo una mitad de temporada brillante) a Isco. El malagueño está gozando de minutos y los está aprovechando. Tuvo paciencia para soportar el aluvión mediático del caso Bale, de a poco el galés se está enganchando a la causa madridista.
Pidió por Paul Pogba, no llegó pero encontró a Pogba en la plantilla: Federico Valverde es la revelación del equipo y del campeonato junto con Ansu Fati. El jugador uruguayo dejó la timidez y se soltó como un volante fantástico. Un box-to-box de los que no abundan en Europa. A día de hoy titular indiscutido relegando a Luka Modric al banquillo.
Puntero en La Liga, en octavos de Champions League, le espera Guardiola con su Manchester City. El Madrid de Zidane aguarda el 2020 con una sonrisa. La misma sonrisa que trajo Zizou para disipar los nubarrones en la Casa Blanca.
Gustavo Sanchez