El Napoli logró su primer Scudetto el 10 de Mayo de 1987, al día siguiente, la puerta principal del cementerio de Poggioreale amaneció con una enorme pancarta que rezaba ‘cosa vi siete persi!’, traducido al castellano ‘lo que os habéis perdido!’, un mensaje dirigido a los difuntos, dotado de la originalidad que caracteriza a los napolitanos. Y es que el mismísimo Troisi decía que ‘un Scudetto del Napoli vale diez de los equipos del norte’. El gran Pino Daniele exclamó que al fín ‘Napoli se siente una ciudad importante’. Y fue Niño D’Angelo quién soñó que del Vesubio salía lava tricolor, esos tres colores de un Scudetto que se coseria con esmero en la camiseta celeste.

Aquella década de los ochenta comenzó de la peor manera posible en la capital de la Campania, un devastador terremoto sacudió a una ciudad pobre que quedó destruida en todos los aspectos, la gente sin expectativas mostraba su tristeza y desesperación en unas calles carentes de sonrisas. Siempre apareció un héroe legendario que vino a devolverle el orgullo a los napolitanos, véase el Masaniello del Siglo XVII; y así fue como en el sofocante verano de 1984, un enviado divino en forma de Maradona llegó para levantar a un pueblo. El Diego adelantó a todos los mitos, hizo olvidar a las leyendas, sustituyó a los Santos, venció a los miedos, estafó a los complejos, enterró supersticiones y se convirtió en bandera para siempre.

Escribió Malaparte que las desgracias de Napoli están destinadas a repetirse en el tiempo, será por eso que ultimamente la ciudad sufría las consecuencias de un nuevo «seísmo», esta vez más destructivo y difícil de recuperar, un «temblor» provocado por la violencia y la marginalidad, una catástrofe que convirtió el centro histórico en territorio de guerra, donde los soldados son imberbes adolescentes que sueñan con parecerse a los protagonistas de la serie Gomorra. La juventud se pierde ante la notable ausencia de referentes.

La aparición de estos héroes contemporáneos está logrando de a poco cambiar la tendencia, los niños empiezan a querer parecerse a ‘Kvaradona’, Osimhen o Kim… Estos recientes campeones se han convertido (sin saberlo) en salvadores, y gracias a la grandeza del Fútbol, le han puesto una inyección de Felicidad a unos partenopeos deficitarios de Amor y Unidad. FORZA NAPOLI !

Fernando Martínez Vela