De a poco se van acallando los gritos de la discusión. El estilo, Guardiola, Simeone, el Tiki Taka. Una eliminatoria caliente, cerrada que se resolvió con el gol de Kevin de Bruyne en Manchester. El Atlético de Madrid compitió con orgullo, un segundo tiempo que desnudó las falencias del City pero no pudo marcar el tanto que le daba acceso a la prorroga.
Habíamos marcado en el partido de ida que el Manchester City no había sido él. Atado en su juego, sin frescura para tratar de superar la defensa colchonera. El pase de seguridad por miedo a las transiciones se había vuelto exasperante. La entrada de Foden y el gol de De Bruyne maquillaron el discreto partido del equipo inglés.
Pep Guardiola debe haber quedado muy preocupado porque en el Metropolitano esas dudas se acentuaron. La sensación es que el equipo duda del modelo de juego y el modelo es lo que lo llevó con éxito hasta estas instancias. Ayer el equipo perdió el control del balón, entonces se vuelve un grupo de jugadores a la intemperie mientras el estadio rugía azotando un temporal en busca de la remontada.
Atrás quedan esas discusiones sin sentido si los equipos de Guardiola pueden o no hacer tiempo. Ayer no le quedó otra opción ya que el equipo no encontraba respuestas desde lo futbolístico. Aguantó el temporal, mantuvo el arco en 0 y logró la clasificación a semifinales. El desafío que tiene esta plantilla es recuperar su esencia, para dejar atrás la noche del Metropolitano.
Les espera el Real Madrid que tiene muchas noches de Champions League en su historial. Un equipo que sabe que teclas tocar para partidos definitorios de alto voltaje. Nuevamente el mismo guión, la ida en Manchester, la vuelta en Madrid. El City sabe que para ir a París, primero debe recuperar su fútbol que extravió en la capital española.
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